domingo, 13 de septiembre de 2009

Hacia una política revolucionaria en materia de organización. Francisco Garnica. (I)


El presente texto historico de los maoístas de Colombia nos lo envian los camaradas de Correo Vermello. Dada su extensión lo publicamos en II partes.


El siguiente documento es fundamental a la hora de estudiar el movimiento comunista en colombia, pues en el mismo se ve implicita la inevitable lucha por conservar el color de la organizacion de partido de los comunistas revolucionarios en colombia en las decadas del 60 y 70, a su vez tambien este documento hace parte del legado que dejaron grandes cuadros y martires de la revolucion en colombia, que hoy en nuestros dias sirven de guia con la misma vigencia que hace 40 años


HACIA UNA POLÍTICA REVOLUCIONARIA EN MATERIA DE ORGANIZACIÓN

FRANCISCO GARNICA

1. El Partido Comunista (marxista-leninista) exigencia central de la RevoluciónIniciadas en nuestra patria las batallas de clase del proletariado, planteadas por su propio desarrollo, y en los momentos en que el movimiento obrero mundial al­canzaba éxitos resonantes, desarrollando invaluables ex­periencias en su lucha política por su liberación definiti­va, surgió también en Colombia, como imperiosa necesi­dad la construcción del Partido de la clase obrera, del Estado Mayor indispensable para la conquista victoriosa del poder.
Poderosamente influenciados por el triunfo y conso­lidación de la revolución bolchevique de octubre, en los años de la década del 20 surgen grupos revolucionarios que constituyen finalmente, en 1930, el Partido Comunis­ta de Colombia. Este recorre desde entonces un largo ca­mino repleto de episodios muchas veces heroicos y de no­tables errores que conforman un formidable cúmulo de experiencias con un denominador común: La existencia de una dirección errada, reformista y traidora.
Ayer con la camarilla Duranista y hoy con el grupo que encabeza Gilberto Vieira, al P.C. se ha intentado convertirlo en simple aparato electorero colocado a la co­la de las disidencias tácticas de la burguesía, empantana­do en el más crudo oportunismo reformista, ajeno a la revolución, es decir, en un obstáculo para que la clase obrera pase de sus luchas reivindicativas de tipo econó­mico a las batallas por la conquista del poder político.
Su estructura organizativa leninista fue reemplazada paso a paso, por la de una simple agrupación liberal, sin ninguna disciplina, sin militancia seleccionada, con el bu­rocratismo en su peor acepción como único método de dirección y por consiguiente incapacidad para aprovechar todas las coyunturas revolucionarias. Ha servido para pro­longar el dominio de la oligarquía y el sufrimiento de las masas.
Tergiversando así los objetivos revolucionarios del Par­tido Comunista y corrompidas sus normas organizativas, el proletariado quedó de nuevo huérfano de su vanguar­dia política y, desde ese momento, la existencia de su Partido marxista-leninista se presentó con redoblada ur­gencia, mayor ahora que nunca, cuando se plantea la ta­rea de la conquista del poder político, de la destrucción del actual régimen burgués-proimperialista y el implantamiento de un nuevo orden popular.
La razón histórica del Partido Comunista Marxista-Leninista, ha sido una poderosa palanca impulsora para su propio surgimiento.
De ahí que desde el primer instante que aparece la corriente del oportunismo emerge también la lucha de los cuadros marxistas-leninistas por impedir la adulteración del carácter revolucionario de la vanguardia política de la clase obrera.
Desde 1940 y quizá desde mucho antes, camaradas honestos y capaces hicieron una sólida argumentación, planteamientos revolucionarios frente a la orientación claudicante de las camarillas de turno.
Pero es particularmente a partir de 1959 desde cuan­do cobra mayor fuerza la tendencia marxista-leninista. En efecto, aparecen nuevos movimientos políticos revolucio­narios como evidente rechazo a las orientaciones derechis­tas del grupo de Gilberto Vieira.
En el seno del partido aparece la polémica en distin­tos sectores del país reclamando una estrategia acertada para la revolución colombiana, planteando la necesidad de organizar la conquista del poder y señalando el ca­mino armado de la revolución colombiana.
Se multiplican entonces las sanciones disciplinarias contra todos aquellos camaradas que no comulgan con el contrabando ideológico de los revisionistas. Centenares de militantes y decenas de cuadros intermedios son expulsa­dos por diferir de la línea política, las calumnias y los con­sabidos epítetos de "extremo izquierdistas" ocultan las ver­daderas razones de principios.
Direcciones intermedias como el Comité Regional de Antioquia (1961); regionales enteros como el del Magda­lena y la Guajira (1963); y Bolívar (1964); locales, zonas y sectores importantes del Partido en el Valle, Santanderes, Bogotá, Cundinamarca, Boyacá, Huila (1963-64-65); cuadros nacionales del C. C. y el 80% (ochenta por cien­to) de la Juventud Comunista de Colombia representada en los Regionales de Bogotá, Valle, Santander del Norte, la Costa Atlántica y numerosos locales en todo el país (1964); numerosos dirigentes sindicales (confederales y fe­derales) y dirigentes de masas a escala nacional y depar­tamental, se lanzaron al combate contra la traición opor­tunista, comprendiendo que no había otra tarea práctica, primera y más urgente, que el rescate de nuestro partido y su reestructuración dentro de los principios revoluciona­rios del marxismo-leninismo para hacerlo capaz de dar a la lucha política de la clase obrera y de los campesinos la energía y firmeza necesarias.


2. Nuestro Partido Comunista (m-l) tiene que ser de tipo bochevique.

A. El Partido Comunista es un Partido de clase.
El Partido Comunista (marxista-leninista) es ante todo un Partido de clase. Es el partido de la clase obrera.Todas las clases y los estamentos de ellas pueden ex­presarse políticamente a través de partidos o grupos: és­tos partidos o grupos políticos conforman la avanzada di­rigente de las clases o estamentos de clases y, aun cuando algunos de ellos en su conformación presentan un carác­ter policlasista, en esencia su dirección está orientada a la defensa de los intereses de una clase, como es el caso de los partidos de la burguesía.Así mismo el proletariado en su lucha política forja su partido de clase.
Por eso todos los miembros del Partido Comunista serán, y tienen que serlo, proletarios que defienden intran­sigentemente los intereses de la clase obrera. Para poder pertenecer a ese Partido los elementos provenientes de otras clases tienen que renunciar a sus intereses y privile­gios de clase y abrazar sin reservas la causa del proleta­riado.
El Partido es parte inseparable de la clase obrera. Y como la clase obrera —aquí y en todo el mundo— está llamada a dirigir los destinos de la humanidad, ese parti­do en cuanto interprete consecuentemente los intereses del proletariado conlleva innatamente su carácter dirigente.La existencia universal del proletariado, su concepción como una. sola clase en su conjunto, hace que el proletariado colombiano sea parte de la clase obrera mundial.
Esto determina que el Partido Comunista (marxista-leninista) esté impregnado de un profundo contenido interna­cionalista, generalizado en todos y cada uno de sus mili­tantes y le plantea obligaciones concretas para con los pue­blos de los demás países, obligaciones que superan la sim­ple solidaridad moral, especialmente, en nuestro caso, en relación a los combatientes populares de la América La­tina.


B. El Partido Comunista es la vanguardia esclarecida del proletariado.
Poco a poco, y valiéndose de una altisonante jerga, los revisionistas lograron imponer en las resoluciones de con­gresos y plenos su concepción oportunista de "partido de masas", violando descaradamente uno de los fundamen­tales principios que caracterizaban al partido de los bol­cheviques como el destacamento de vanguardia de la clase obrera.
Es que el Partido no puede ser confundido con toda la clase. El Partido Comunista, como destacamento de vanguardia, incorpora en sus filas, no a la clase entera si­no a los mejores elementos de la clase obrera, a los más abnegados, a los más experimentados.
"Olvidar —decía Lenin— la diferencia que existe en­tre el destacamento de vanguardia y toda la masa que tiende hacia él; olvidar el deber constante que tiene el destacamento de vanguardia de elevar a capas cada vez más amplias a su propio nivel avanzado, no significa más que engañarse a sí mismo, cerrar los ojos ante la inmen­sidad de nuestras tareas y empequeñecer éstas".
Ahora bien: "Con sólo la vanguardia es imposible triunfar y la diferencia entre la vanguardia y las masas no puede llevarnos a convertir al partido en un puñado de conspiradores aislados de las masas. El carácter de van­guardia significa que el Partido está adelante de las ma­sas pero un paso solamente; si no puede quedarse atrás de ellas sin cometer errores de oportunismo de derecha, de seguidismo, tampoco puede adelantarse hasta aislarse sin caer en el izquierdismo aventurero.
No podrá ser vanguardia el partido que le rinda culto a la espontaneidad, que marche a la cola de los aconteci­mientos, que no pueda hacer prevalecer lo consciente so­bre lo espontáneo, que no vea más allá de las masas.
Pero no basta titularse vanguardia: Hay que demos­trarlo en la práctica y hacer que los demás movimientos lo reconozcan. Es imposible dirigir a la clase obrera y a las masas sino se está vinculado a ellas. Hay que elevar a las masas hasta el nivel de los intereses de clase del pro­letariado, ganarse la confianza de la clase obrera y del pueblo y esto no es un problema de deseos ni de decre­tos: esto sólo es posible mediante una constante labor en el seno de las masas y con la aplicación de una política acertada- Y aún más: no basta tener una justa línea polí­tica. Es preciso convencer a las masas de lo acertado de esa política.
El Partido Comunista, debe y puede ser la vanguar­dia esclarecida de la clase obrera pero a condición de que a su propia experiencia y a la experiencia de los partidos hermanos añada la más severa y responsable aplicación de la teoría científica del marxismo-leninismo en el análisis concreto de la realidad nacional.


C. El Partido Comunista debe ser ejemplo de organi­zación, unidad y disciplina.
Tampoco puede el Partido cumplir su papel revolu­cionario si no se constituye en el destacamento organiza­do de la clase obrera. A diferencia de los partidos no proletarios, el P. C. no se concibe como una suma de miembros, es decir, nadie se afilia en abstracto al P. Co­munista. Cada militante se afilia a una de las organizacio­nes del Partido, de lo que resulta que el Partido es una suma de organizaciones o mejor, un sistema único, un complejo de ellas. Porque es cierto que la organización centuplica las fuerzas, no es razonable contabilizar mili­tantes sino organizaciones para los planes del Partido. El principio rector, regulador y unificador de estas organiza­ciones es el Centralismo Democrático que, en lo funda­mental, significa; tener unos solos Estatutos, una sola di­rección (el Congreso y entre Congreso y Congreso el C. C.), una sola disciplina y el sometimiento de la minoría a la mayoría y de las organizaciones inferiores a las supe­riores.
En nuestras condiciones, en que el revisionismo a la vez que convertía el centralismo en garrote disciplinario para preservar sus posiciones burocráticas y estimulaba la práctica del democraterismo en la base convirtiendo la discusión interna en charlatanería sin principios, se exige la aplicación estricta, del Centralismo Democrático en la vida del Partido. Mao Tse-tung, para corregir estas ten­dencias, recomendaba en el plano organizativo "poner en práctica la forma democrática de vida, bajo una orienta­ción centralizada, consistente en:


a). La Dirección del Partido debe presentar una co­rrecta línea de orientación y ofrecer soluciones cuando sur­gen problemas, a fin de establecerse como centro orien­tador.

b). La Dirección tiene que entender con claridad las condiciones de los cuerpos inferiores.

c). Las organizaciones del Partido en todos los nive­les no deben tomar decisiones sin una debida- deliberación. Una vez tomada una decisión, tiene que ser puesta en la práctica con firmeza.d). Todas las decisiones de importancia tomadas por la Dirección deben ser transmitidas en el acto a la base del Partido.

e). Las organizaciones inferiores del Partido deben discutir en detalle las directivas de los cuerpos superiores a fin de entender a fondo la significación de las mismas y decidir los métodos necesarios para llevarlas a la prác­tica".
Es la organización del Partido lo que hace posible la unidad de -acción de todos los militantes. Si bien es cierto que la unidad no es por la unidad misma sino en tomo a los principios, y que no es posible ni siquiera tratar de la unidad sin antes deslindar posiciones ideológicas, también lo es que la unidad en cuestiones de programas y de línea es condición previa indispensable pero así mismo insufi­ciente para la unificación real del Partido, para la eje­cución del trabajo.
La unidad de acción del Partido presupone la aplica­ción práctica de los principios de organización que exclu­yen todo fraccionalismo y cualquier espíritu de grupo. "La unidad se realiza —dice Lenin— sólo por una organiza­ción única cuyas decisiones se llevan a la práctica, no por miedo, sino a conciencia de todos los obreros conscien­tes. Discutir una cuestión, manifestar y oír las diferentes opiniones, conocer el punto de vista de la mayoría de los marxistas organizados, expresar esos puntos de vista en la decisión tomada, cumplir a conciencia esa decisión es lo que en todas partes del mundo y entre personas razonables se llama unidad".
“La unidad se expresa entonces alrededor del trabajo positivo y no de los errores. Alrededor de los principios y no de las personas".
Consecuencia y presupuesto de la unidad será la fé­rrea disciplina del Partido. Una disciplina rayana en lo militar aunque consciente, igual para todos los militan­tes, pero atendiendo en su aplicación a las diferencias entre los camaradas, a mayor conciencia de los dirigentes, mayor y más férrea disciplina.
Sólo un Partido que marche como un solo hombre en el cumplimiento de las consignas podrá garantizar el éxito de sus acciones. Pero la disciplina, al igual que la unidad, exige condiciones que no será posible si se falta a la fide­lidad, a los principios, si no existe una estrecha vincula­ción con las masas y si no se desarrolla una acertada di­rección política.
La disciplina puede ser férrea en la medida en que sea consciente y voluntaria. De ello se deduce que, lejos de excluir, reclama la lucha de opiniones, en el seno del Partido. Pero, una vez tomado un acuerdo, éste será pues­to en práctica por todos los organismos y militantes sin vacilaciones de ninguna índole, con toda la firmeza nece­saria y superando todos los obstáculos de cualquier natu­raleza que se presenten.

D. El Partido Comunista es el núcleo central que dirige a las demás organizaciones afines al proletariado.


El Partido Comunista, en cuanto es el destacamento organizado y la vanguardia de la clase, es la forma su­perior de organización del proletariado y, en calidad de tal, dirigente y coordinador de toda esa gama de organi­zaciones sin partido de la clase obrera y del pueblo, como los sindicatos, las cooperativas, las organizaciones juveniles, las ligas campesinas y las demás organizaciones populares que en determinadas etapas de la revolución coinciden con los objetivos inmediatos del proletariado.
No se trata de que estas organizaciones estén formal­mente subordinadas a la dirección del Partido. De lo que se trata es de que el Partido, a través de sus fracciones o activos militantes vinculados a esas organizaciones, lleve a ella su influencia y promueva acciones de masas cada vez más elevadas.
Así el Partido no se verá jamás aislado de las masas, ni podrá ser golpeado por el enemigo y estas organizacio­nes responderán a su orientación política.
Precisamente en el grupo revisionista que dirige Vieira, se da el caso de que, con el pretexto de la teoría opor­tunista de la "neutralidad" y la "independencia" de estas organizaciones, se forman parlamentarios "comunistas" que no respetan las orientaciones del Partido, o gerentes de cooperativas aburguesados, o sindicalistas de mentali­dad economista.
De allí que no sólo sea necesario sino obligatorio pe­netrar en todas las organizaciones de las masas, teniendo en cuenta que los comunistas no inventan sino que asimi­lan y desarrollan las formas de lucha y organización que el propio pueblo se da.
E. La condición del fortalecimiento del P. C. es la eliminación de los elementos oportunistas.
Todas las anteriores características, que determinan la naturaleza del Partido Comunista (marxista-leninista), no se verán nunca realizadas si se olvida un solo instante del fundamental principio de que el Partido se fortalece de­purándose de los elementos oportunistas.
Jamás podremos desarrollar el Partido si vacilamos en cuanto a nuestra actitud frente a los revisionistas. Stalin señala: "La lucha implacable contra estos elementos, su expulsión del Partido, es la condición previa para luchar con éxito contra el imperialismo". Y Lenin dice: "No es posible triunfar en la revolución proletaria, no es posible defenderla, teniendo en las filas propias a reformistas, a mencheviques". Los revisionistas cumplen el papel de ver­daderos agentes de la burguesía dentro del movimiento obrero y como a tales hay que tratarlos.

1 comentario:

Jefferson Soares dijo...

El nombre correcto es "Movimento Estudantil Popular Revolucionário" (Brasil)
www.mepr.org.br