sábado, 10 de diciembre de 2016

Crítica al feminismo en Occidente. Un importante texto de la camarada Anuradha Ghandy (2ª parte)



Feminismo socialista.
Las mujeres socialistas o marxistas que estaban activas en la nueva izquierda y el movimiento estudiantil contra la guerra de Vietnam en la década de 1960, se unieron al movimiento de liberación de las mujeres, ya que surgió de manera espontánea. Influenciadas por los argumentos feministas planteados dentro del movimiento, formularon preguntas sobre su propio papel dentro del amplio movimiento democrático, y el análisis de la cuestión de la mujer empezó a ser tratada por la Nueva Izquierda (especialmente una corriente revisionista trotskista crítica con la Unión Soviética y con China), de las que eran parte. A pesar de que eran críticas de los socialistas y comunistas, ignoraron la cuestión de la mujer, a diferencia de la tendencia feminista radical, que no quebraron con el movimiento socialista sino que concentraron sus esfuerzos en combinar el marxismo con las ideas feministas radicales. Hay un amplio espectro entre ambas cosas.

En un extremo del espectro se encuentra una sección llamada feminismo marxista, que se diferente del feminismo socialista en que adhieren más estrechamente a Marx, Engels y los escritos de Lenin, y han centrado su análisis en la explotación de las mujeres dentro de la economía política capitalista. En el otro extremo están las que se han centrado en cómo se crea la identidad de género a través de la crianza de los niños. Se han centrado en los procesos psicológicos y están influenciadas por Freud. También se llaman feministas psicoanalíticas. El término feminista es utilizado por todas ellas.

Algunas feministas que están involucradas en un estudio serio y, la actividad política que hacen desde la perspectiva marxista se llaman feministas marxistas para designar tanto su diferencia respecto a las feministas socialistas como en su pregunta a la cuestión de la mujer. Las feministas marxistas, como MAriosa Dalla Costa y otros grupos feministas de Italia, hicieron un análisis teórico de las tareas domésticas en el capitalismo. Dalla Costa argumentó en detalle que a través de las mujeres, el trabajo domestico reproduce trabajadores, como mercancía.

Según ellas es un error considerar que los valores de uso sólo se crean a través del trabajo doméstico. El trabajo domestico también produce valores de cambio – la fuerza de trabajo. Cuando surgió la demanda de salario para el trabajo domestico, Dalla Costa surgió tal reivindicación porque según ella era un movimiento táctico para que la sociedad reconociera el valor del trabajo doméstico. Aunque la mayoría no estaba de acuerdo con su conclusión de que el trabajo doméstico crea plusvalía, apoyaron la demanda de salarios para el trabajo doméstico, sin embargo, su análisis creó una gran cantidad de discusiones en los círculos feministas y marxistas de todo el mundo, y dio lugar a una mayor conciencia de cómo las tareas del hogar le sirven al capital. La mayoría de las feministas socialistas fueron críticas con la demanda, la debatieron largo y tendido. Inicialmente, la cuestión de las tareas domésticas (principios de los 70) era una parte importante de la discusión, allá por la década de 1980 se hizo evidente que una gran proporción de mujeres estaban trabajando fuera de la casa o en algún momento de sus vidas trabajaban fuera de casa.

A principios de 1980, el 45% de la fuerza de trabajo total de los Estados Unidos eran mujeres. Entonces tras este estudio se hizo la situación de las mujeres como fuerza de trabajo en sus países. Las feministas socialistas analizaron cómo las mujeres de los Estados Unidos han sido objeto de discriminación en los empleos y en los trabajos. La segregación de género en puestos de trabajo (concentración de mujeres en determinados puestos de trabajo que tienen bajos salarios) también ha sido documentada por ellas. Estos estudios han sido útiles para exponer la naturaleza patriarcal del capitalismo. Sin embargo, para el propósito de este artículo, sólo la posición teórica sobre la opresión de las mujeres en el capitalismo es considerada por nosotros. Vamos a presentar la posición presentada por Heidi Hartmann en un artículo difundido y muy debatido: “El matrimonio infeliz del marxismo y feminismo: hacia una unión más progresiva”, para entender la base del feminismo socialista.

Según Heidi Hartmann, el marxismo y el feminismo son dos conjuntos de sistemas de análisis que se han casado pero el matrimonio es infeliz, porque el marxismo es el dominador del matrimonio por su poder analítico de analizar el capital. Pero de acuerdo con ella, mientras que el marxismo ofrece un análisis del desarrollo histórico y del capital, no ha analizado las relaciones de los hombres y las mujeres. Dice que las relaciones entre hombres y mujeres están determinadas por un sistema que es patriarcal, que las feministas han analizado.

Tanto el análisis materialista histórico del marxismo y el análisis del patriarcado como una estructura histórica y social son necesarios para comprender el desarrollo de la sociedad capitalista occidental y la posición de las mujeres dentro de ella, para entender cómo se han desarrollado las relaciones entre los hombres y las mujeres y cómo el patriarcado ha marcado el curso del capitalismo. Ella es crítica con el marxismo en la cuestión de la mujer. Dice que el marxismo de ha ocupado de la cuestión de la mujer sólo en relación con el sistema económico. Dice que las mujeres son vistas como trabajadoras, y también dice que Engels decía que la división sexual del trabajo sería destruida si las mujeres entraran en la producción, y que se estudian todos los aspectos de la vida de las mujeres sólo en relación con la forma en la que se perpetúa el sistema capitalista. Incluso el estudio sobre el trabajo doméstico se fue ocupó de la relación de las mujeres y el capital, pero no así con los hombres. Aunque los marxistas son conscientes de los sufrimientos de las mujeres, se han centrado en la propiedad privada y en el capital como la fuente de la opresión de las mujeres. Pero según ella, los primeros marxistas no tuvieron en cuenta la diferencia de la experiencia de los hombres y de las mujeres del capitalismo y del patriarcado. Dice que el capital y la propiedad privada no oprimen a las mujeres como mujeres; de ahí que su abolición no acabará con la opresión de las mujeres. Engels y otros marxistas no analizan el trabajo de las mujeres en la familia adecuadamente. ¿Quién se beneficia de su trabajo en casa? – No sólo el capitalista, sino que los hombres también. Un enfoque materialista no debería haber ignorado este punto crucial. De ello, se deduce que los hombres tienen un interés material en la perpetuación de la subordinación de las mujeres.

Su análisis sostenía que aunque el marxismo nos ayuda a comprender la estructura del modo de producción capitalista, concibe como ejército de reserva su estructura ocupacional e ideología dominante. Conceptos como trabajador asalariado o clase hacen ojos ciegos al género, porque no tienen en cuenta quién llena estos conceptos vacíos, es decir, quién va a ser el trabajador asalariado, quien será parte del ejército de reserva, etc etc. Para el capitalismo es cualquiera, independientemente del género, raza, y nacionalidad, quien pueda llenar esos conceptos de contenido. Aquí es, según ella, donde falta la pregunta a cómo sufre la cuestión de la mujer.

Algunas feministas han analizado el trabajo de las mujeres utilizando la metodología marxista, pero adaptándola. Juliet Mitchell, por ejemplo, analiza el trabajo de la mujer en el mercado, su trabajo en la reproducción, y el resto en la ideología. Para Mitchell, el patriarcado opera en el ámbito de la reproducción, la sexualidad, la crianza de los niños. Hizo un estudio psicoanalítico de cómo se forman las personalidades basadas en el género en hombres y mujeres. Según Mitchell, “estamos tratando con dos autonomías: el modo económico del capitalista y el modo ideológico del patriarcado”. Hartmann no está de acuerdo con Mitchell porque identifica al patriarcado sólo como ente ideológico y no le da una base material.

Según ella, a base material del patriarcado es el control de los hombres sobre la fuerza de trabajo de las mujeres. Controlan que les nieguen el acceso a las mujeres a los recursos productivos de la sociedad (que se les deniega un trabajo y un salario digno) y restringen su sexualidad. Este control no sólo en la familia si no también fuera del hogar, en un lugar de trabajo. Aquí es importante tener en cuenta que Hartmann no hace distinción entre los hombres de clases dominantes y otros hombres. Hartmann llegó a la conclusión de que no hay patriarcado puro ni capitalismo puro. La producción y la reproducción se combinan en toda una sociedad  en una forma organizada, y por lo tanto, tenemos lo que ella llama el capitalismo patriarcal.

Según ella, hay una fuerte asociación entre el patriarcado y el capitalismo. Dice que el marxismo subestimó la fuerza y la flexibilidad del patriarcado y sobreestimó la fuerza del capital. El patriarcado se ha adaptado al capital y es flexible cuando se encuentra con los modos anteriores de producción, y los ha adaptado a sus necesidades para la acumulación de capital. El papel de la mujer en el mercado laboral y en su trabajo en casa está determinado por la división sexual del trabajo, y el capitalismo los ha utilizado para tratar a las mujeres como trabajadoras secundarias y para dividir a la clase obrera. Algunas feministas socialistas no están de acuerdo con la posición de Hartmann de que hay dos sistemas autónomos que operan, uno, el capitalismo en el ámbito de la producción, y dos, el patriarcado en el ámbito de la reproducción y de la ideología, y llaman a esto la teoría de los sistemas duales. Iris Young, por ejemplo, cree que el sistema dual de Hartmann sustenta que el patriarcado, como fenómeno universal, es existente antes del capitalismo, y que en todas las sociedades es ahistórico y propenso al sesgo cultural y racial. Iris Young y algunas otras feministas socialistas, argumentan que solo hay un sistema, que es el patriarcado capitalista.

De acuerdo con Young el concepto que nos ayuda a analizar ésto con claridad no es la clase, porque no tiene en cuenta el género y la división del trabajo. Argumenta que el hecho de que el género esté basado en la división del trabajo es lo central, lo fundamental en la estructura de las relaciones de producción.

Entre las feministas sociales se encuentra Maria Mies (que también es eco-feminista) también se centra en la división del trabajo – “La división jerárquica del trabajo entre hombres y mujeres y su dinámica para el hombre, parte integralmente de las relaciones de producción dominantes, es decir, las relaciones de clase de una época y de la sociedad, y de las divisiones nacionales e internacionales más amplios de la mano de obra en particular.”
Según ella, una explicación materialista nos obliga a analizar la naturaleza de la interacción de las mujeres y de los hombres con la naturaleza, y a través de ella, se acumule su naturaleza humana o social. En este contexto, critica a Engels por no tener en cuenta ese aspecto. Lo femenino y lo masculino e definen en cada época histórica diferente. Así, en lo que ella llama principios de sociedades, las mujeres matriarcales fueron significativas porque eran productivas – que eran productoras activas de la vida. En las condiciones capitalistas esto ha cambiado y son amas de casa, vacías de todas las cualidades creativas y productivas. Las mujeres como productoras de niños y de leche, y como recolectoras y agricultoras, tenían una relación con la naturaleza diferente a la de los hombres. Los hombres se relacionan con la naturaleza a través de las herramientas.  Según ella entonces, la supremacía de los hombres no viene de la contribución económica superior, sino del hecho de que ellos inventaron las herramientas destructivas a través del cual controlan a las mujeres. Además, añade que en  la economía del pastoreo se establecieron las relaciones patriarcales. Los hombres aprendieron el papel de macho en la impregnación. EL monopolio de las armas y, este conocimiento, el papel masculino en la producción condujeron a cambios en la división del trabajo. Las mujeres ya no eran importantes como recolectoras de alimentos o como productoras, su papel fue la crianza de los niños. De este modo, llega a la conclusión de que “podemos atribuir la división simétrica del trabajo entre hombres y mujeres a un modo depredador de producción, o más bien, de apropiación, que se basa en el monopolio masculino sobre medios de coerción, es decir, en los brazos y en la violencia directa por medio de la cual las relaciones permanentes de la explotación y la dominación entre los sexos se crean y se mantienen”.

La familia, el Estado y la religión han tenido un papel importante para sostener esto. Aunque Mies dice que debemos rechazar el determinismo biológico, ella misma se desvía hacia él. Varias de sus propuestas para el cambio social, como las de las feministas radicales, se dirigen hacia la transformación de las relaciones hombre-mujer y la responsabilidad de la crianza de los niños. La preocupación central de las feministas socialistas, según ellas, es la libertad reproductiva. Esto significa que las mujeres deben tener el control sobre cuándo tener hijos y sobre tenerlos o no.

La libertad reproductiva, incluye el derecho a las medidas de control de natalidad, el derecho al aborto seguro, los centros de día, un salario decente que permita cuidar a los niños, atención médica y vivienda. También incluye la libertad de elección sexual: el derecho a tener hijos fuera de la norma sociocultural, que dicta que los niños tienen que ser criados en una familia formada por un hombre y una mujer. Lo que quiere decir que las mujeres que están fuera de tal posición también deben tener permitido tener niños y criarlos. La crianza de los hijos debe dejar de ser, a largo plazo, tareas exclusivas de las mujeres y de los padres en general. Las mujeres no deben sufrir por no tener hijos o por la maternidad obligatoria. Pero todo lo anteriormente citado, cambiar la estructura salarial, el papel de la mujer, la heterosexualidad obligatoria, el cuidado de los niños cambiar para convertirse en una empresa colectiva…  Reconocen que no es posible cambiarlo dentro del sistema capitalista. El modo de producción capitalista debe ser transformado, pero no solo, sino que tiene que transformarse junto al modo de procreación.

Más tarde, entre las escritoras, llega Gerda Lerner con una importante contribución. En su libro, “La creación del patriarcado”, explica detalladamente los orígenes del patriarcado. Sostiene que se trata de un proceso histórico que no debido a un solo momento de la historia, sino a un proceso que procedió a más de 2500 años alrededor del 3100 a.C. hasta, más o menos, el 600 a.C. Afirma que Engels, en su trabajo pionero, hizo importantes contribuciones a nuestra comprensión de la posición de la mujer en la sociedad y en la historia. Lerner define las principales cuestiones teóricas para los próximos cien años. Hizo proposiciones con respecto a la historicidad de la subordinación de las mujeres, pero no fue capaz de fundamentar sus proposiciones. A partir de su estudio de las sociedades antiguas, llega a la conclusión de que la apropiación de la capacidad sexual y reproductiva de la mujer por el hombre, se encuentra en la base de la propiedad privada; que precedió a la propiedad privada.

Los primeros estados que se organizaron de forma patriarcal eran el de Mesopotamia y Egipto. Las antiguas leyes institucionalizadas fueron ejecutadas mediante el poder del Estado: la subordinación sexual de las mujeres (los hombres al control de la familia) y la esclavitud. Se hizo mediante la fuerza, a través de los privilegios de clase de las mujeres de las clases altas y de la dependencia económica de las mujeres. A través de su estudio sobre Mesopotamia y otros antiguos Estados, traza cómo se desarrollan estas ideas, símbolos y metáforas, a través de las cuales las relaciones patriarcales de sexo/género se incorporaron a la civilización occidental. Los hombres aprendieron a dominar a otras sociedades mediante el dominio de sus mujeres. Pero las mujeres siguieron desempeñando un importante papel como sacerdotisas, enfermeras, etc., como se ve en el culto a la diosa. Y fue sólo después de que la devaluación de la mujer en la religión también se llevara a cabo.

Las feministas socialistas utilizan términos como "marxismo mecanicista", "marxismo tradicional" o "marxismo economicista", en referencia a aquellos que defienden la teoría marxista concentrándose únicamente en el estudio y análisis de la economía y política capitalista, y se diferencian ellas mismas de éstos. Critican al marxismo por no considerar la lucha contra la opresión de la mujer como el aspecto central de la lucha contra el capitalismo. Según ellas, organizar a las mujeres (proyectos de organización feministas) debe de ser considerado como trabajo político socialista y toda actividad política socialista debe tener una sección feminista.

La estrategia del feminismo socialista para la liberación de la mujer.
Después de trazar la historia de la relación entre el movimiento de izquierda y el movimiento feminista en los Estados Unidos, una historia donde han caminado por separado. Hartmann está convencida de que la lucha contra el capitalismo no puede tener éxito a no ser que las feministas participen en ella. Se propone una estrategia en la que se dice que la lucha por el socialismo debe aliarse con grupos de diferentes intereses (por ejemplo, los intereses de las mujeres, dicen, son intereses distintos a las clases) y, en segundo lugar, dicen que las mujeres no deben confiar en que los hombres las liberen después de la revolución. Las mujeres deben tener su propia formación, separada y con su propia base de poder. Young es otra que da motivos para la formación autónoma de mujeres, pero piensa que hay cuestiones relativas a la mujer que tampoco implican un ataque contra el capitalismo.

Según la estrategia que proponen, no hay necesidad de un partido de vanguardia para hacer exitosa la revolución y, también expresa que los grupos de mujeres deben ser independientes a la organización socialista. Jagger expone esto claramente cuando escribe que “el objetivo del feminismo socialista es derribar todo el orden social que algunos llaman el patriarcado capitalista, en el que las mujeres sufren la alienación en todos los aspectos de sus vidas. La estrategia feminista socialista no es solo apoyar varias organizaciones mixtas y socialistas, sino también formar grupos independientes de mujeres y, en última instancia, un movimiento independiente de mujeres comprometido con la misma dedicación a la destrucción del capitalismo y a la destrucción de la dominación masculina. El movimiento de mujeres se unirá en coaliciones con otros movimientos revolucionarios, pero no renunciará a su independencia organizativa”.

Se han abordado agitaciones y propaganda de temática anticapitalista y contra la dominación masculina. Ya que identifican el modo de reproducción como la base de la opresión de las mujeres, incluyen el concepto marxista de la base de la sociedad. Así que ellas creen que muchas de las cuestiones que se recogen, como la lucha contra la violación, el acoso sexual y el aborto libre, son un desafío a la dominación masculina y a la vez anticapitalista. También apoyan los esfuerzos por crear instituciones alternativas, como centros de salud, alentar la vida en comunidad o alguna otra forma de solución a medio camino. En esto son cercanas a las feministas radicales. Pero a diferencia de las radicales, cuyo objetivo es que estas instalaciones  permitan a las mujeres alejarse de la cultura patriarcal, para crear su propio paraíso, las feministas socialistas no creen posible un retiro de este tipo dentro del marco del capitalismo. En resumen, las feministas socialistas tienen como objetivo organizar y ayudar a las mujeres, mientras que las feministas radicales tienen como objetivo separarse completamente de los hombres. Las feministas socialistas, al igual que las feministas radicales, dicen que los esfuerzos para cambiar la estructura de la familia, a la cual ellas llaman la piedra angular de la opresión de la mujer, deben comenzarse desde ya. Por lo que han sido alentadoras de la vida en comunidad, o algún tipo de arreglo a mitad de camino, donde la gente trata de superar la división de género en el reparto del trabajo, el cuidado de los niños, donde lesbianas y heterosexuales puedan vivir juntos.

A pesar de que son conscientes de que esto es sólo parcial y de que el éxito no puede lograrse dentro de la sociedad capitalista, dicen que es importante hacer el esfuerzo. Las feministas radicales afirman que dichos acuerdos “se viven en la revolución”. Lo que significa que, según ellas, este acto es la revolución misma. Las feministas socialistas son conscientes de que la transformación vendrá lentamente, que habrá períodos de agitación, pero que estos son preparaciones.

Así que esta es su prioridad. Ambas feministas, socialistas y radicales, han sido objeto de fuertes ataques por parte de las mujeres negras por ignorar esencialmente la situación de las mujeres negras, concentrando todo su análisis sobre la situación de las mujeres blancas de clase media, y teorizando sobre ellas. Por ejemplo, Joseph, señala la condición de las esclavas negras que nunca fueron consideradas “femeninas”. En los campos y plantaciones, en el trabajo y en el castigo, fueron tratadas iguales a los hombres. La familia negra nunca podía estabilizarse en las condiciones de esclavitud, y los hombres negros, a pesar de ser también esclavos, dominaban a las mujeres esclavas. También, más adelante, las mujeres negras han tenido que trabajar para ganarse la vida y muchas de ellas han sido empleadas como trabajadoras domésticas las casas de los burgueses blancos. El acoso al que se enfrentaban allí, las largas horas de trabajo, hacían su experiencia muy diferente a la de las mujeres blancas. De ahí que no estén de acuerdo en que la familia sea la fuente de la opresión (para las negras era una fuente de resistencia al racismo). Respecto a la dependencia de las mujeres sobre los hombres, las mujeres negras en muchas ocasiones difícilmente pueden depender de los hombres negros, dada la alta tasa de desempleo que sufren. Y respecto a la función reproductiva de las mujeres, reproducen de esta manera mano de obra para los burgueses blancos. El racismo es una situación generalizada para todos ellas y esto les lleva en alianza con los hombres negros en lugar de con las mujeres blancas. A continuación, las mismas mujeres blancas han estado implicadas en la perpetuación del racismo, de la que las feministas, según argumentan, deben de reflexionar. Inicialmente, las mujeres negras casi no participaron en el movimiento feminista, aunque en la década de 1980 lentamente se ha desarrollado un movimiento feminista negro que está tratando de combinar la lucha contra la dominación masculina con la lucha contra el racismo y el capitalismo. Estas y otras críticas por parte de las mujeres de otros países del tercer mundo, han dado lugar a una tendencia dentro del feminismo llamado feminismo global. En este contexto, el posmodernismo también ganó seguidores entre las feministas.

Crítica.
Básicamente, si vemos los principios teóricos del feminismo socialista, podemos ver que están tratando de combinar la teoría marxista con la teoría feminista, y su énfasis trata de demostrar que la opresión de la mujer es la fuerza central y se mueve en la lucha dentro de la sociedad. Los escritos teóricos han sido predominantes en Europa y en los Estados Unidos, y se centran en la situación en la sociedad capitalista avanzada. Todo su análisis se relaciona con el capitalismo en sus países. Incluso su comprensión del marxismo se limita al estudio de la dialéctica de la economía capitalista.

Hay tendencia a universalizar la experiencia y la estructura de los países capitalistas avanzados a todo el mundo. Por ejemplo, en el sur de Asia y China, que han tenido una larga época feudal, vemos que la opresión de las mujeres en ese período fue mucho más severa. La perspectiva maoísta en la cuestión de la mujer en la India también identifica el patriarcado como una institución que ha sido la causa de la opresión de las mujeres en la sociedad de clases. Pero no se identifica como un sistema independiente con sus propias leyes del movimiento. El entendimiento es que el patriarcado toma el contenido y las formas en las diferentes sociedades, en función de su nivel de desarrollo, de la historia y el Estado de esa sociedad en particular, específica diferente; que ha sido y está siendo utilizado por las clases dominantes para servir a sus intereses. Por lo tanto, no hay enemigo separado para el patriarcado.

Las mismas clases dominantes, ya sean imperialistas, capitalistas o feudales, el Estado que controlan, son los enemigos de la mujer, ya que sostienen y perpetúan la familia, la discriminación de género patriarcal y la ideología  patriarcal dentro de esa sociedad. Reciben el apoyo de hombres ordinarios, que sin duda, embeben las ideas patriarcales, que son las ideas de las clases dominantes que oprimen a las mujeres. Sin embargo, la posición de los hombres ordinarios y los de las clases dominantes no se puede comparar. Las feministas socialistas, haciendo hincapié en la reproducción, infravaloran la importancia del papel de la mujer en la producción social. Entonces, partiendo de ahí, la cuestión crucial es, que sin las mujeres que tienen el control de los medios de producción y sobre los medios de producción de artículos de primera necesidad y de la riqueza, ¿cómo es que no terminó la subordinación de las mujeres? Esto no es sólo una cuestión económica, si no una cuestión de poder, una pregunta política.

Aunque esto pueda ser considerado en el contexto de la división sexual del trabajo pasado en la práctica, su énfasis está en las relaciones dentro de la familia heterosexual y en la ideología del patriarcado. Por otro lado, la perspectiva marxista destaca el papel de la mujer en la producción social, y la retirada de jugar un papel importante en la producción social ha sido la base de su subordinación en la sociedad de clases. Así que estamos interesados en la forma de la división del trabajo, las relaciones con los medios de producción y en cómo está organizado el trabajo en la sociedad de clases donde las clases dominantes explotan a las mujeres y las obligan a subordinarse. Las normas y las reglas patriarcales ayudan a intensificar la explotación de las mujeres y reducir el valor de su trabajo.

Apoyando el argumento dado por Firestone, las feministas socialistas están haciendo hincapié sobre el papel de las mujeres en la reproducción para construir todo su argumento. Toman la cita de Engels: “De acuerdo con la concepción materialista, el factor determinante de la historia es, en última instancia, la producción y la reproducción de la vida inmediata. Esto, de nuevo, es de un carácter doble: por un lado, la producción de los medios de existencia, de comida, ropa, techo y las herramientas necesarias para su producción; en el otro lado, la producción de los mismos seres humanos, la propagación de la especie. La organización social en virtual del cual la gente de una época determinada en vivo está determinada por ambos tipos de producción.” (Origen de la familia, la propiedad privada y el Estado).

Sobre la base de esta cita que hacen, el punto de su análisis y estudio solo se concentra en la reproducción ignorando por completo la producción. La cita de Engels da el marco básico de una formación social. El materialismo histórico, nuestro estudio de la historia, deja claro que cualquiera de los aspectos no puede ser aislado o incluso entenderse sin tener en cuenta al otro.  El hecho es que a lo largo de la historia, las mujeres han jugado un papel importante en la producción social, y hacer caso omiso de esto y, afirmar que el papel de la mujer en la esfera de la reproducción es el aspecto central y que debe ser el foco principal, cae en el hecho de aceptar el argumento burgués de que el papel social de la mujer está en la reproducción, que esto es lo más importante y no hay otra cosa.

Las feministas socialistas también distorsionan y vacían de contenido al concepto de base y la superestructura en su análisis. Firestone dice que (y también las feministas socialistas como Hartmann) la reproducción es parte de la base. De esto, se deduce que todas las relaciones sociales relacionadas con la mujer, debe ser considerada como parte de la base de la familia, otras relaciones hombre-mujer, etc. Si todas las relaciones económicas y reproductivas son parte de la base, y esta se vuelve tan amplia que pierde su significado completo, puede ser entonces una herramienta analítica para analizar el sesgo patriarcal en la estructura económica en las sociedades particulares. Pero las feministas socialistas que están poniendo adelante el concepto de la división del trabajo por genero por ser más útil que la propiedad privada, están confundiendo el pinto, historia y analíticamente. Y el papel de la mujer en dar a luz a hijos es debido a causas naturales y biológicas. Pero esto no significa la desigualdad entre los sexos – la dominación de un sexo sobre otro.

La proporción de mujeres en la supervivencia del grupo fue muy importante – recolectaban alimentos, comenzaron a cultivar plantas, domesticaron animales… Actos que eran esenciales para la supervivencia y el avance del grupo. Al mismo tiempo se llevó a cabo una división de trabajo que no se basaba en el sexo. La intervención de nuevas herramientas, la domesticación de animales, el descubrimiento de la cerámica, del trabajo del metal, de la agricultura, todo esto y más contribuyó a hacer una división más compleja del trabajo. Esto tiene que ser visto en el contexto de la sociedad global y de la estructura – el desarrollo de las estructuras familiares y de clanes, la interacción y los enfrentamientos con otros grupos y el control sobre los medios de producción que estaban desarrollando. Con la generación de excedentes, con guerras y sometimiento de otros grupos que podrían introducirse al trabajo, el proceso de retirada de las mujeres de la producción social comenzó.

Esto llevó a la concentración de los medios de producción y el excedente en manos de los jefes del clan/tribu, comenzando así lo que se manifestaría como dominación masculina. Si este control de los medios de producción se mantuvo en forma comunal, o si se desarrolló en la forma de propiedad privada o si más adelante la formación de clases se llevó a cabo totalmente o no, es diferente en cada sociedad. Tenemos que estudiar los hechos particulares de sociedades específicas. Sobre la base de la información disponible en su tiempo, Engels siguió el proceso en Europa Occidental, en los tiempos antiguos, para realizar la trazabilidad de este proceso en nuestras respectivas sociedades. La plena institucionalización del patriarcado sólo podría venir después, es decir, la defensa o la justificación ideológica de la retirada de las mujeres de la producción social y, su papel limitado a la reproducción en una relación monógama. Sólo podía venir después del pleno desarrollo de la sociedad de clases y del surgimiento del Estado.

De ahí que el mero hecho de la división sexual del trabajo no explique la desigualdad. Afirmar que la división del trabajo basada en el género es la base de la opresión de las mujeres, en lugar de la clase, aparecen preguntas. Si no encontramos algunos materiales o razones sociales para llegar al origen de la desigualdad, os vemos obligados a aceptar el argumento de que los hombres tienen una tendencia innata de poder y dominación. Tal argumento es contraproducente, ya que significa que no tiene sentido la lucha por la igualdad. Nunca podría realizarse. El hecho de tener hijos por sí mismo no puede ser la razón de esta desigualdad, ya que como hemos dicho, anteriormente fue era un papel que fue alabado y dio la bienvenida a la sociedad primitiva. Otras razones materiales tenían que presentarse como la causa, razones que las feministas radicales y socialistas no investigan. En el ámbito ideológico, las feministas socialistas han hecho análisis detallados que exponen la cultura patriarcal en la sociedad, por ejemplo, el mito de la maternidad.

Pero el énfasis unilateral por parte de alguna de ellas, se centra sólo en los factores ideológicos y psicológicos y, se pierde de vista la estructura socio-económico más amplia en la que se basa esta ideología y psicología. En las cuestiones de organización, las feministas socialistas están imitando a las feministas radicales y las anarco-feministas. Han definido claramente su estrategia, pero ésta no es una estrategia para la revolución socialista. Es una estrategia completamente reformista porque no aborda la cuestión de cómo el socialismo puede llevarse a cabo. Si, como creen, los partidos socialistas/comunistas no deben hacerlo, entonces los grupos de mujeres deben llevar una estrategia de cómo van a derrocar al macho de la burguesía monopolista. Ellas están restringiendo sus actividades prácticas a pequeñas organizaciones en grupos,  construcción de comunidades alternativas, la propaganda general y la movilización en torno a demandas específicas. Esta es una forma de práctica economicista. Estas actividades en sí mismas son útiles para organizar a la gente en el nivel más básico, pero no son suficientes para derrocar el capitalismo y llevar el proceso de liberación de la mujer por delante. Esto supone un importante trabajo de organización que implica la confrontación con el Estado, su inteligencia y poder armado.

Las feministas socialistas han dejado de lado esta cuestión, en cierto sentido la dejó en manos de los partidos revisionistas. Por lo tanto, para llevar a cabo la organización y la propaganda limitada dentro del sistema actual, toda su orientación es reformista. Un gran número de teóricas feministas radicales y feministas socialistas, han sido contratadas en empleos bien remunerados, característicos de la clase media. En  las universidades y en las escuelas superiores, esto se refleja en el elitismo que han colado en sus escritos y en su distancia al movimiento de masas. También se refleja en el campo de la teoría de un Estado feminista marxista, “por la década de 1980, sin embargo, muchas feministas socialistas y marxistas que trabajan en las universidades y en los colegios, o cerca de ellos, no sólo se habían integrado completamente en la clase media, sino que también habían abandonado el análisis de clases del materialismo histórico…”
El feminismo y el posmodernismo.
La crítica a las feministas por parte de mujeres no blancas, condujeron a una sección feminista a moverse en dirección de la multiculturalidad y del posmodernismo. Despegando desde la escritora existencialista, Simone de Beauvoir, consideran que la mujer es la “otra” (Dalits, en oposición a la cultura dominante que prevalece, por ejemplo Adivavis, mujeres, etc.). Las feministas posmodernas glorifican la posición de “la otra”, ya que se supone que deben tener una visión en la que no sean parte de la cultura dominante. Por lo tanto, las mujeres pueden ser críticas con las normas, los valores y las prácticas impuestas a todo el mundo por la cultura dominante. Dicen que los estudios deben estar orientados a partir de los valores de las que están siendo estudiadas, las subalternas dominadas. El posmodernismo es popular entre los académicos. Dicen que no existe una categoría fija, en este caso, la mujer. Automáticamente están fragmentadas por divertidas identidades – sexo, clase, casta, comunidad étnica, raza. Estas diversas identidades tienen un valor en sí mismas. Por lo tanto, esto se convierte en una forma de relativismo cultural.

Por lo tanto y por ejemplo, en la realidad no existe ninguna categoría de mujer única. La mujer puede ser una de las identidades del yo, que hay otras también. Habrá una mujer dalit, una mujer dalit prostituta, una mujer de casta superior, y cosas semejantes. Dado que cada identidad tiene un valor en sí misma,  no se da ninguna importancia a los valores hacia los cuales todo deben esforzarse. Visto de esta manera, no existe ninguna posibilidad de encontrar un terreno común para la actividad colectiva. El concepto mujer ayudó a reunir a las mujeres y a actuar colectivamente. Pero este tipo de política divide más que une. La unidad está en la base más estrecha.

Las posmodernas celebran la diferencia y la identidad y critican al marxismo por centrarse en una “totalidad” – clase. Además, el posmodernismo no cree que el lenguaje (al menos las lenguas occidentales) refleje la realidad. Creen que las identidades son “construidas” a través del “discurso”. Por lo tanto, muchas de ellas se han centrado en la “deconstrucción” del lenguaje, efecto que deja a una persona en nada – no hay ninguna realidad material de la que podamos estar seguros. Esta es una forma de subjetivismo extremo. Las feministas posmodernas se han centrado en la psicología y en el lenguaje. El posmodernismo, de acuerdo con el famoso filosofo francés Foucault, está en contra de lo que ellos llaman “relaciones de poder”. Pero este concepto es difuso y no está claramente definido.

¿Quién tiene el poder? De acuerdo con Foucault, es sólo a nivel local, por lo que la resistencia al poder sólo puede ser local. ¿No es esto la base del funcionamiento de las  ONG que unen a las personas contra un poder corrupto local y hacen ajustes con el poder anterior, los Gobiernos central y estatal? En efecto, el posmodernismo es extremadamente divisivo, ya que promueve la fragmentación entre las personas y, da importancia relativa a las identidades sin un marco teórico para comprender las razones históricas de la formación de la identidad y de vincular las diversas necesidades. Podemos entonces tener un grupo similar a una ONG, donde todo el mundo celebre su identidad – mujeres, prostitutas, homosexuales, lesbianas, tribals, dalits, etc, etc., pero no hay una teoría que mantenga una comprensión global, una estrategia común. Cada grupo se resistirá a sus propios opresores. Con este argumento, lógicamente, no puede haber ninguna organización, máximo solo una organización espontánea a nivel local y con coaliciones temporales. Abogar por una organización de acuerdo con su compresión, significa reproducir la fuerza – la jerarquía, la opresión. Esencialmente, dejan al individuo que resista por sí mismo, y están en contra de la resistencia organizada consistente y de la resistencia armada.

Carole Stabile, una feminista marxista, tiene razón cuando dice: "el sesgo anti-organizativo es parte integrante del pack post-modernista. Organizar cualquiera de las más provisionales y espontaneas de las coaliciones son, para los teóricos sociales post-modernistas y feministas por igual, reproducir la opresión, las jerarquías y las formas intratables de dominación. El hecho de que el capitalismo esté muy organizado no crea mucha diferencia, porque uno resiste contra una forma difusa y multivalente de poder. Tampoco, como Joreen señaló hace más de dos décadas, no parece importar que la falta de estructura produzca sus propias formas de tiranía. Por lo tanto, en lugar de cualquier política organizada, la teoría social posmoderna nos ofrece variaciones sobre el pluralismo, el individualismo, la agencia individualizada, y en última instancia, soluciones individualistas que no son - y nunca serán - capaces de resolver problemas estructurales." (1997).

No es de extrañar que para las posmodernas, el capitalismo y el imperialismo no signifique nada más que una forma más de poder. A pesar que el posmodernismo en su forma desarrollada puede que no se halle en una sociedad semi-colonial como es la India, muchas feministas burguesas han sido influenciadas por él. La crítica de las feministas a las organizaciones revolucionarias y revisionistas en el terreno de la burocracia y la jerarquía refleja la influencia del posmodernismo en los últimos tiempos.

Resumiendo.
Hemos presentado brevemente las principales corrientes teóricas en los movimientos feministas que se han desarrollado en Occidentes en la época contemporánea. Mientras el debate con el marxismo dentro del marxismo dominó la década de 1970, en la década de 1980 el feminismo cultural, con su agenda separatista, se centró en los aspectos culturales de la opresión de la mujer y puso estos como primer plano. Las cuestiones de la elección sexual y de la función reproductiva de las mujeres, llegaron a dominar el debate y las discusiones en los círculos feministas. Muchas feministas socialistas también han dado importancia a estas cuestiones, aunque no de la forma extrema que las feministas culturales tienen. La transformación de la familia heterosexual se convirtió en la principal consigna del movimiento feminista burgués y las secciones más activas entre ellas trataron de llevarlo a la práctica también. Aunque muchas de ellas pudieron haber previsto un cambio en todo el sistema social de esta manera, en los hechos, se convirtió en una perspectiva reformista, que han tratado de teorizar.

El posmodernismo hizo sentir su influencia en la década de 1990. Sin embargo, a finales de 1990 el marxismo se está convirtiendo de nuevo en una teoría importante dentro del análisis feminista. Tras esta visión crítica de la manera en la que el movimiento feminista (en particular las tendencias radical feministas y socialistas radicales) analiza la opresión de la mujer, las soluciones que ha ofrecido y las estrategias que ha desarrollado para llevar el movimiento hacia adelante, podemos decir que los defectos en su teoría han llevado a abogar por soluciones que han llevado el movimiento a un callejón sin salida. A pesar del enorme interés generado por el movimiento y el apoyo amplio de mujeres que estaban tratando de comprender sus propias insatisfacciones y problemas, el movimiento no pudo convertirse en un movimiento de amplia base consistente incluyendo no sólo a las clases medias, sino también a las mujeres de la clase trabajadora y de sectores étnicamente oprimidos.

Las principales debilidades en su teoría y estrategias fueron:
Buscando las raíces de la opresión de la mujer en su función reproductiva. Dado que el papel de las mujeres en la reproducción está determinado por la biología, es algo que no puede cambiarse. En lugar de determinar  lo material, las causas sociales del origen de la opresión femenina se concentraron en un factor biológico, cayendo así en la trampa del determinismo biológico.

En relación con su rol biológico, se centra en la familia nuclear patriarcal como la estructura básica de la sociedad en la que está arraigada su opresión. Así, su énfasis estaba en la oposición a la familia heterosexual como la base principal de la opresión de las mujeres. Como resultado, la estructura socio-económica más amplia en la que existe la familia y que da forma a la ésta fue ignorada.

Defendiendo que la contradicción entre hombres y mujeres sea la contradicción principal. Concentrado su atención en el sistema sexo/género – los roles de género que los hombres y las mujeres a los que están capacitados para jugar. Esto significa concentrarse en los aspectos culturales y aspectos psicológicos de la vida social, haciendo caso omiso de las fuerzas políticas y económicas más amplias que dan origen a la cultura patriarcal.

Hacen hincapié en las diferencias psicológicas/de personalidad entre hombres y mujeres en lo biológico y propugnan el separatismo para las mujeres. Un énfasis excesivo en la liberación sexual de la mujer mediante la creación de grupos separados, arreglos de convivencia separada y el lesbianismo. Esto significa básicamente que esta sección del movimiento de mujeres se limitó a grupos pequeños y no apelaba a la movilización de la masa de mujeres.

Caer en la trampa del imperialismo y promover la pornografía, el turismo sexual, etc., haciendo hincapié en la necesidad de liberar a las mujeres de la represión sexual. O en nombre de la igualdad de oportunidades, apoyar la contratación de mujeres en el Ejército de Estados Unidos antes de la guerra de Irak (2003).
El énfasis organizacional en oposición a la jerarquía y a la dominación se centran en pequeños grupos de toma de conciencia y en la actividad alternativa, que es auto-determinada. Oponiéndose a la movilización y la organización de la gran masa de mujeres oprimidas.

Ignoran las contribuciones hechas por los movimientos socialistas y por las revoluciones socialistas en Rusia, China, etc., en el logro de cambiar la condición de grandes sectores de mujeres, o son parciales ante ellas.

Un incorrecto análisis teórico y una estrategia equivocada puede afectar negativamente a un movimiento, y esto puede verse claramente en el caso del movimiento feminista. Al no entender la opresión de las mujeres está vinculada a la estructura socio-económica y política más amplia de explotación, al imperialismo, han buscado soluciones dentro del propio sistema imperialista. Estas soluciones han beneficiado como mucho a una sección de las mujeres de clase media, pero dejando a la gran masa de mujeres oprimidas y explotadas lejos de la liberación. La lucha por la liberación de la mujer no puede tener éxito si se la aísla de la lucha para derrocar al mismo sistema imperialista.

Traducido por @Jiang69

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